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TARDES DE LLUVIA INTENSA QUE NO DEJAN DE SER SECAS...
Allá fuera llueve sin parar, parece que la tristeza se apodera de la vida, de la gente, de los árboles, del caminar apresurado de la oficina a las casas.
Nadie se detiene a mirar hacia el cielo y preguntar porque es que este llora sin cesar, porque toda la tristeza en su interior es capaz de contagiar también a la gente, a la naturaleza, a la tierra en su totalidad.
Y es entonces cuando me pregunto porque es que me cuelo en estos pensamientos, y porque es que me cuestiono todo cuanto me asecha, debe ser porque me gustan los problemas, me gusta tenerlos, pero a la vez me hacen mal y me deprimen.
Me deprime el saber que quizá no pueda hacer nada, o quizás mucho por el cielo, o por quien sea, no puedo detener el correr del curso normal de las problemáticas diarias, de los murmullos, de esta vida llena de días nublados y lluviosos con soles que a pesar de intentarlo no logran dar calor a una sociedad grisácea, una sociedad que al igual que la cuidad se deprime con los colores favoritos. El gris, negro, mas gris, un poco de blanco sucio, enmohecido...
Como cambiar el movimiento acelerado del mundo en que vivo y del cual solo lo material nos parece apetecible para saciar nuestras ansias de encontrarlo todo... un todo que supone la felicidad, un todo que olvidó que no es posible llenar un hueco con vacío, con ese vacío inalterable que es parte de la superficialidad.