Colores
En otoño las hojas acostumbran cambiar de pigmento, pero por primera vez me he detenido a observar cuan complejo es este cambio.
Y lo maravilloso no es que cambien de color, sino que los arboles mezclan hojas de distintos tonos, y matices, haciendo un verdadero festín en el cual cada color le da aun mas vida a las hoja moribundas que pronto caerán al suelo. Si tienen suerte algunas caerán en tierra y podrían convertirse en alimento para esta, y ser parte de la tierra. Otras serán barridas y llevadas a un destino desconocido.
Al final antes de morir se vuelven aun mas bellas de lo que fueron en un principio. Por ejemplo esos arboles que veo por mi ventana. Tienen hojas, como el común de los arboles, pero estas parecen estrellas caídas, y en esta época algunas se mantienen verdes, otras van tomando un color amarillento que luego será rojizo, para llegar a un hermoso café, y a la vez las hay de color café. Cuatro colores a la vez, y quizás mil pigmentos distintos, que los hacen ver aun más lindos.
Y si tomas una de ellas al azar, podrías ver cuan bella es, como esta que tengo en mi mano, que es pequeñina, y no por ello menos genial, y tiene hasta un color rosado, espacios en su forma estrellada de color amarillento, y otros café. Tan insignificante que se veía tirada en el piso, pequeña, botada, pisoteada, y con solo prestarle un poco de atención se puede descubrir su belleza.
Y luego, cuando hayan caído todas las hojas, el suelo estará por un tiempo tapizado de hojas, secas y marrones, que son parte de mi terapia mas relajante. Caminar por ellas, sentir su crujir, escucharlo, y si sumamos a esto el viento otoñal el momento se hace perfecto.
Pero por el momento, es bueno observarlas en lo alto cambiar sus colores si como lo hace un camaleón.